La transición a una dieta BARF, en perros sanos (jóvenes, adultos, incluso cachorros) puede llevarse a cabo de manera rápida y sencilla.
Si el perro tiene por costumbre comer ad libitum, una semana antes del cambio pasar a un sistema de tomas (1 o 2 al día). Aprovechamos a darle probióticos (yogur natural de cabra, kéfir de leche de cabra o suplementos prebióticos).
Lo más recomendable para iniciar el cambio, es mantener un ayuno de 12 horas, para conseguir que se vacíe todo el tracto intestinal, esto también conseguirá que tenga más ganas de comer cuando le ofrezcamos la alimentación cruda. Lo primero que le ofreceremos será una carne de fácil digestión, como nuestro menú de pollo. Mantendremos el mismo menú durante 4 semanas, una vez pasado este periodo podemos introducir otra especie animal a su dieta. A la larga, tenemos que conseguir que nuestro perro vaya variando la proteína (cuanto más variadas sean las especies animales de las que se alimente mejor).
Otra forma de realizar la transición, indicada para perros con una mayor sensibilidad, es pasar nuestro menú de pollo por la sartén o el caldero realizando una ligera cocción, durante la primera semana (cada día cocinarlo menos hasta llegar a darlo crudo).
Otra manera de comenzar con la alimentación cruda, aunque solo indicada en casos de perros muy sensibles o de edad avanzada. Habrá que dividir su ración diaria en 2 tomas mañana y noche. El primer día en la primera toma se le dará 90% de su dieta antigua y el la segunda toma el 10% de alimentación cruda, en este caso podría ser nuestro picado de pollo o menú de pollo. El segundo día un 80% de la dieta antigua por la mañana y un 20% de alimentación cruda por la noche. Seguiremos con esta dinámica hasta alcanzar el 100% de dieta cruda.